domingo, 25 de septiembre de 2011

La ausencia del esposo


Son 5:2  Yo dormía,  pero mi corazón velaba.
 Es la voz de mi amado que llama:
 Abreme,  hermana mía,  amiga mía,  paloma mía,  perfecta mía,
 Porque mi cabeza está llena de rocío,
 Mis cabellos de las gotas de la noche.
Son 5:3  Me he desnudado de mi ropa;  ¿cómo me he de vestir?
 He lavado mis pies;  ¿cómo los he de ensuciar?
Son 5:4  Mi amado metió su mano por la ventanilla,
 Y mi corazón se conmovió dentro de mí.
Son 5:5  Yo me levanté para abrir a mi amado,
 Y mis manos gotearon mirra,
 Y mis dedos mirra,  que corría
 Sobre la manecilla del cerrojo.
Son 5:6  Abrí yo a mi amado;
 Pero mi amado se había ido,  había ya pasado;
 Y tras su hablar salió mi alma.
 Lo busqué,  y no lo hallé;
 Lo llamé,  y no me respondió.
Son 5:7  Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;
 Me golpearon,  me hirieron;
 Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
Son 5:8  Yo os conjuro,  oh doncellas de Jerusalén,  si halláis a mi amado,
 Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

Cantar de los cantares 5:2-8

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