viernes, 12 de agosto de 2011

¿Es realmente una antesala?


Autor: Salomón Melgares Jr.

Creo que uno de los problemas más graves que estamos enfrentando en nuestra sociedad hoy en día, es la poca valoración que se le da al noviazgo. El noviazgo es un período de tiempo clave en nuestra vida. Porque, como comúnmente se le conoce, es una antesala al matrimonio. Si logramos tener un noviazgo exitoso, donde optimizamos nuestra forma de comunicarnos, y donde aumentamos el amor hacia la pareja y nuestro conocimiento de la misma, estamos garantizando, en gran parte, gozar también de un matrimonio exitoso, que perdure toda la vida.
Obviamente, este logro no lo vamos a alcanzar si vemos en el noviazgo algo sin importancia. Algo que sólo nos sirve para satisfacer nuestros deseos carnales o nuestro gran ego, y nada más.

Muchas personas, consciente o inconscientemente, podrían estar cayendo en este error. Y por pensar solamente en la necesidad de amor y aceptación, por hacer caso a lo que dicen «los otros», o por valorar más la condición de carecer de una pareja o el deseo de contacto, origina que se produzca un cambio en su forma de actuar con respecto al sexo opuesto —actuando apresuradamente o sin meditar—, desvalorando así el real sentido que se le debe proporcionar a esta supuesta «antesala».

Es allí, entonces, al actuar de esa forma, que la imposibilidad de tomarnos el tiempo necesario para confirmar y asegurar nuestros sentimientos se hace efectiva; y ni se diga ponernos a pensar en las muchas responsabilidades que una relación de noviazgo acarrea y en el daño que se le puede ocasionar al corazón de la otra persona cuando los verdaderos motivos que impulsaron tal arrebato de ligereza y egoísmo salen a luz.

De ahí que se deba señalar: que tenemos que poner los pies sobre la tierra y entender que el noviazgo no es algo que se instituyó para nuestro deleite o para hacernos la vida menos aburrida. El noviazgo es la etapa en que dos personas deciden conocerse más, pasar tiempo juntos y, lo más importante, deciden amarse fielmente el uno al otro. Es significativo aclarar acá, que amarse no quiere decir, en ningún momento, tener luz verde para las relaciones sexuales entre novios. Y de una vez por todas tenemos que extraernos esa idea errada de la cabeza. Amar significa: un sentimiento intenso hacia la persona que nos completa, alegra y que nos da energía para convivir, comunicarnos y para crear.

Por otro lado, se debe acotar también, que si nosotros continuamos viendo al noviazgo de forma indiferente y superficial, desvalorándolo por completo, estamos dañando de manera directa la sociedad en que vivimos. ¿Por qué? Porque jugamos con los sentimientos de los demás y el ambiente se llena de rencor. Porque les damos un mal ejemplo a todos aquellos que ponen su mirada en nosotros. Y, lo peor, porque promovemos un posible matrimonio inestable y deficiente que, muy probablemente, terminará en un divorcio en el futuro; trayendo así repercusiones graves en la vida de todos los integrantes de la familia. Resultado: una sociedad amargada, enojada, infeliz y predispuesta.

Por tanto, y en conclusión: tratemos de darle al noviazgo el lugar que se merece. No iniciemos una relación de más que amistad si no estamos absolutamente seguros de lo que sentimos por la otra persona. Sólo si y solamente si encontramos un perfecto complemento en la otra parte y nuestro sentimiento de amor y atracción es completo, demos el siguiente paso, de lo contrario, sigamos mejor como estamos: solteros y sin compromiso; dándonos más tiempo para analizar, pensar, evaluar y pedir ayuda en oración. Recordando siempre que con el noviazgo, estamos a un paso del matrimonio y de iniciar una familia. Y en ese caso, ya no sólo seremos nosotros los involucrados en ese convite, sino más personas, que dentro de todo punto de vista, no merecen sufrir por nuestras malas decisiones.

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