domingo, 12 de junio de 2011

Se demanda Sacrificio

Ahora veamos las responsabilidades de un esposo hacia su esposa, las cuales pueden ser sintetizadas en una sola palabra: AMOR. “Maridos amad a vuestras mujeres” (Efesios 5:25). No es una opción, ¿pero cómo podemos medir el peso y la profundidad de esa palabra? A menudo usamos la palabra para describir cosas tales como: “amo mi automóvil,” “amo mi perro”, o “amo cabalgar.” De todas maneras, cuando hablamos de amor en una relación matrimonial, la palabra mueve su significado a un nivel mucho más alto.

La Biblia dice, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). La medida completa de tal amor es imposible de comprender para cualquier hombre mortal, pero debe ser la meta de cada verdadero esposo porque se le requiere lograrlo. Si un hombre realmente piensa en esto, entonces todo su egoísmo muere dentro suyo ante el altar del matrimonio. ¿Qué incluye el amor en relación a la vida matrimonial? En el matrimonio, la esposa llega a ser muchas cosas para su esposo, pero la más importante es que ella llega a ser su mejor amiga. Los siguientes versículos ponen este amor en perspectiva y nos dan un más claro entendimiento de este amor: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Jesús estableció este ejemplo para nosotros en la cruz. No podemos hacer menos por nuestra mejor amiga, nuestra esposa. Ahora, veamos cómo esto se relaciona con el matrimonio.

La esposa también puede encontrarse siendo arrastrada hacia un centenar de diferentes direcciones. Tal vez ninguna de ellas sea mala en sí misma, de todos modos, Dios pone una prioridad sobre el hogar, y nosotros debemos hacer lo mismo. El esposo es responsable de establecer guía y ser el ejemplo de liderazgo en el hogar. No es para ser pasado a su esposa. Ella está para seguir y sostener el ejemplo del esposo, siendo guiados juntos por verdaderos principios bíblicos.

El esposo debería ser el líder en oración en las comidas y en el devocional hogareño a la noche con su esposa e hijos. El debe ser un estudiante de la Palabra, aplicando enseñanzas y verdades bíblicas a las muchas situaciones que se presentan en el hogar. El debería llevar a su familia a la iglesia, no solamente enviarles. El hogar y la iglesia deben trabajar juntos edificando un matrimonio en el cual Jesucristo es la cabeza.

Tomado de BBN Media
www.bbnradio.org

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