sábado, 18 de febrero de 2012

¿Por qué son peligrosos los Amoríos en línea? (3)

Las aventuras amorosas suelen ser más que un evento de una sola vez. Un estudio de 1987 encuestó a 200 hombres y mujeres y encontró que sus amoríos duraban, en promedio, dos años.{4} De hecho, los amoríos pasan por transiciones a lo largo del tiempo. Pueden comenzar como relaciones románticas, sexuales o emocionales, y pueden convertirse en amistades íntimas. Las aventuras amorosas que se transforman en amistades pueden durar décadas o toda la vida. 


Los amoríos en línea difieren de otros amoríos en que pueden no involucrar un componente físico, pero el apego emocional sigue estando. Los amoríos en línea se desarrollan por la doble atracción de la atención y el anonimato. Alguien que ha sido ignorado por un cónyuge (o al menos percibe que ha sido ignorado) de pronto se convierte en el centro de la atención en una sala de chat o en un intercambio de mails uno a uno. Una mujer lo encuentra emocionante, hasta intoxicante, que todos estos hombres quieran hablar con ella. Y están ansiosos de escuchar lo que ella dice y necesita.


El anonimato alimenta esta intoxicación, porque la persona en el otro extremo de este ciberamorío es desconocida. Él o ella puede ser tan hermoso/a e inteligente como usted pueda imaginarla en sus sueños.


La fantasía es alimentada por la falta de información y el anonimato. Nadie en ciberlandia tiene mal aliento, calvicie, “salvavidas” abdominales, o mal humor. El sexo es el mejor que usted pueda imaginar.


Los hombres son cálidos, sensibles, amables y comunicativos. Las mujeres, osadas, sensuales y eróticas. ¿Es todo esto demasiado bueno para ser verdad? Por supuesto. Los ciberamoríos son solo fantasía. En general, cuando se encuentran los ciberamantes, hay una gran decepción. Ninguna persona real puede competir con un amante de ensoñación. Ningún matrimonio puede competir con un ciberamorío. Pero, también, un amorío en línea no puede competir realmente con una verdadera relación que brinda amistad real e intimidad marital.


No obstante, los amoríos en línea son seductores. Un adicto a Internet pide a un cónyuge “un minuto más”, así como un alcohólico justifica “un trago más”. Los ciberamoríos brindan una oportunidad para convertirse en otra persona y “chatear” con vecinos distantes e invisibles en el limbo de alta tecnología del ciberespacio. Se suplen necesidades sociales y emocionales, se permite y aun se alienta el flirteo, y una ilusión de intimidad alimenta la adicción que ha atrapado a tantos navegantes desprevenidos de la Internet.



Tomado de obrerofiel.com

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