martes, 12 de abril de 2011

Compromiso


El matrimonio es un vínculo que solo puede ser disuelto por la muerte. La ceremonia se enfoca en un pacto entre dos personas que intercambian votos y se prometen uno a otro “amor, honor y cuidado hasta que la muerte los separe”. La ceremonia anticipa exclusivo compromiso de futuros eventos a pesar de lo que pase. “Para mejor o para peor, en enfermedad o en salud, en pobreza o en riqueza.” Estas dos personas se presentan ante Dios y hacen un pacto que solamente la muerte puede anular. No nos resulta difícil pensar que los ángeles del cielo silencian sus canciones y se admiran silenciosamente mientras votos santos son tomados, y dos corazones y vidas son unidos por designios Divinos. Una ceremonia tan santa, tan sagrada, tan llena de destino que como cristianos, debería ser hecha en la presencia de cristianos que entiendan lo sagrado de la ocasión. Que no seamos culpables de tratar livianamente el plan divino.
¿Qué les espera a estas dos personas si para ellos el matrimonio es probar la bendición que Dios intentó que fuese? ¿Qué deben tener ellos en sus corazones? ¿Qué sustentará esta nueva relación? ¿Habrá algunos ajustes o conflictos? Vamos a considerar algunos de ellos.

Flexibilidad y Entendimiento

Cada pastor de una iglesia sabe la verdad de esto. Cuando dos vidas se unen, hay, necesariamente, por un tiempo, un ímpetu de vida contra vida. Todos nosotros procedemos de diferentes trasfondos, familias, temperamentos y personalidades. Muchos ajustes deben ser hechos, y cada uno debe tener mente y corazón entendidos para combinar estas relaciones juntos. Se debe empezar por entender que hay una gran diferencia entre la manera de pensar de un hombre y la de una mujer. Cosas que son importantes para una mujer son insignificantes para un hombre, y cosas que son importantes para un hombre son insignificantes para una mujer. Rápidamente se descubren aquellos hábitos, gustos e inclinaciones que difieren mucho más ampliamente que lo que pensábamos durante aquellos maravillosos días de cortejo de novios. Si ambos fueran idénticos, el matrimonio rápidamente se tornaría aburrido. Dios nos hizo diferentes para que pudiéramos complementarnos uno a otro mientras maduramos.
La mejor manera de hacer estos ajustes es usar frecuentemente las siguientes cinco palabras: “Lo siento, perdóname, te amo.” Un versículo para fortalecernos en esto es: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19). Al descubrir tantas diferencias, algunas parejas a veces crecen descorazonadas y concluyen al fin que su matrimonio fue un espantoso error. Entendamos una vez más, que el matrimonio requiere sacrificio y ajustes del uno para el otro. Es fácil olvidar cuan maravilloso fue y cuánto estabas enamorado antes de casarte. De nuevo, el matrimonio es un plan Divino que fusiona dos vidas en una, y lo va haciendo un día a la vez, comienza a madurar y complementar uno al otro en cada cosa que hagas. Como alguien ha dicho, “Tu nunca conoces realmente una persona hasta que vivas con él o con ella, y comenzar a conocerse es el gozo de la vida matrimonial.”
Déjame ilustrarte cómo funciona todo esto. ¿Has estado parado y observando cómo dos cursos de aguas confluyen para formar uno sólo? Uno puede ser una corriente barrosa y la otra de aguas claras. Donde las dos corrientes se encuentran se observa una línea divisoria. Al seguir la nueva corriente, te sorprenderá encontrar que dentro de una comparativa corta distancia todos los signos de distinción se pierden. Las corrientes han sido completamente fusionadas. Así es cuando dos vidas se fusionan en matrimonio. Unión y perfecta mezcla nunca pueden forzarse. Vienen tranquila y gradualmente - pero vendrá – y sus vidas juntas serán más finas, más nobles y más fuertes que si no hubiera habido diferencias para vencer. Cada uno habrá ganado una victoria moral sobre su propia alma, y la vida unida en el Señor Jesucristo traerá calma y aguas tranquilas a una maravillosa relación.
A veces, en medio de tu frustración y autocompasión, el diablo tratará de destruir la relación. Una palabra que una pareja cristiana nunca debería considerar o discutir es la palabra “divorcio”. Nunca es la respuesta. Es la mentira del diablo para hacerte pensar que todos tus problemas se resolverían. Si has buscado la voluntad de Dios y Él los ha unido, con Su gracia y guía, y tu perseverancia, tu puedes hacer que funcione. Cuando mires atrás, años después, entenderás el vínculo del verdadero amor en el matrimonio y te regocijarás en la maravillosa relación que tienes. Todo lo que se necesita es un poco de sabia paciencia. Si cada uno es paciente y pensativo hacia el otro, el ajuste ocurrirá muy rápidamente, y descubrirás que el matrimonio, cuando estás en el centro de la voluntad de Dios, es la más maravillosa relación sobre la tierra.

Tomado de Articulos en BBN Media
www.bbnradio.org

2 comentarios:

  1. que Dios sea alguien que permanezca en el matrimonio...es una tarea difícil pero no imposible..la mano de Dios y su ayuda sera al final de todo quien ayude a ser que la relacion permanezca como el dia que se conocieron y se decidieron casarse..tratemos de estar con Dios lo mas cerca que se pueda

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  2. KENIA SARAHI PALMA SERVELLON4 de mayo de 2011, 18:22

    Esta muy lindo el blog lic. sobre todo cuando se le da un mensaje que va de acuerdo a la palabra de DIOS

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